EL  OFICIO  Y  EL  ARTE  DE  LA  CERAMICA

 

La composición del mural es similar a un recorrido por las zonas de trabajo de un taller de cerámica tradicional. Del torno del alfarero pasamos a la fabricación de cobijas y atifles, el encendido del horno, el vidriado y estarcido de las piezas, los moldes de colada, cacharros y objetos de barro, la pintura sobre cubierta y las muestras de los diferentes estilos decorativos.

 

El taller del ceramista es un laboratorio, que tiene su parte de alquimia. Posee la magia del fuego, y un rincón para el arte, para los modelistas y los pintores. En el mural se representan espacios, texturas y colores que quieren recrear el ambiente tan especial donde se desarrolla el oficio del ceramista. Día a día.

 

También están las palabras. El vocabulario del oficial, que habrá de conocer el aprendiz. Hay términos en desuso que queremos preservar porque, aunque quedaron obsoletos, no debemos olvidar. Son palabras antiguas que forman parte de nuestra historia: atifle, alimoja, cobija, rueda, juaguete, alcalibe, testar...etc.  Cada vez que las pronunciamos evocamos los antiguos alfares.

 

En los objetos pintados en el mural, en los fondos, se presenta todo un repertorio de motivos decorativos tradicionales. Destacan los textiles, los motivos tricolores, los zócalos de azulejos de repetición, o las series de influencia oriental (como los helechos y las golondrinas). Si nos fijamos bien en los detalles hay un amplio catálogo de orlas, puntillas, cenefas, módulos de repetición... que se hicieron en Talavera a lo largo de su historia, a la corriente de las modas, que hemos recopilado para reproducirlas de nuevo.

 

Hemos buscado formas nuevas de aplicar la decoración, de trabajar los volúmenes y la narración de ideas. Porque la cerámica de Talavera tiene pasado y futuro. Sobre todo, tiene la capacidad de adaptarse a los cambios y ofrecer siempre un producto cerámico de calidad, conectado con su tiempo y, a la vez, con sus raíces.